
Hoy se celebra la Noche Internacional de Observación de la Luna. Hay un directo desde la NASA, en redes sociales, un documental estupendísimo en LA OTRA DE TELEMADRID, en el canal Odisea y en otros muchos canales.
Soy una lunática irredenta, una apasionada, fascinada y enamorada de ese satélite amigo y protector que influye en nuestro clima, rige nuestras mareas y hasta nuestras emociones.
Me gusta mirarla desde mi ventana, necesito verla como respirar, me inspira, me envuelve en su magia y me atrae hacia ella anulando la gravedad que me ata a mi realidad cotidiana. la necesito tanto como ella y la tierra se necesitan.
Cuando esta en su fase de luna nueva, mi noche es mas noche y me asalta un caso agudo de melancolía lunar, necesito su fría luz de tímida plata que a mi me calienta tanto como mil soles.
Me da mucha pena que no tenga un viento , de esos tan agradables que nos trae el otoño, que barra el pesado polvo de su superficie y la refresque cuando el sol la mira de lleno y ella nos obsequia, toda chula, un prodigioso eclipse.
Dicen que se aleja poco a poco de nosotros, que ya no la atraemos tanto, yo sé que nunca lo veré y estoy agradecida por ello, creo que no sería capaz de despedirme de ella y decirla adiós viendo como se aleja, girando loca y contenta toda ella, entre la maravillosa sopa cósmica que habita sobre nuestras insignificantes cabezas.
No sé que fue primero, si me enamoré de la luna oyendo en las largas noches de verano de mi juventud el Dark Side of the Moon de Pink Floyd o me enamoré de ese disco de Pink Floyd, esas mismas noches, tirada en la hierba mientras miraba la luna, no importa el orden, solo se que ese es el disco que me llevaría si un día ella nos acogiera y dejara flotar en su superficie, y se lo pondría en noches como la de hoy, cuando todo el mundo la mira y ella, sabiéndose hermosa, querida y admirada, nos devuelve su sonrisa creciente
No soy poeta, ni escritora, ni música, ni pintora o escultura, ellos te han rendido bellísimos homenajes universales que han devenido inmortales , emularles sería osadía.
Pero yo no me resisto a decirte cuanto te quiero: Te quiero luna, hasta el infinito y mas allá.